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Reflejos en el mundo exterior - Plano físico

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Es curioso observar cómo nuestro entorno (en el sentido físico, en este post) puede hablar tanto de nosotros mismos. Me fascina desarrollar y aprender a identificar/conocer las traducciones metafóricas del entorno con respecto a nuestro mundo interior. Y es por eso que hoy me siento a compartir contigo algunas de las enseñanzas o aprendizajes que sobre este tema he cultivado hasta ahora. No sin mucha práctica, eso sí. Porque, desde luego, el trabajo interior supone una práctica constante, sostenida y nutrida a través del espacio y tiempo en nuestras vidas.

Partamos del axioma de que, tal y como recoge el Kybalión: Como es afuera, es adentro. (Como es arriba es abajo). Este recuerdo de información crucial sobre cómo funciona el universo será una clave fundamental en la comprensión y reconexión entre nuestro mundo interior y exterior. Todo lo cual, nos permitirá tomar responsabilidad de nuestro mundo exterior (en lo que dependa de nosotros), es decir, de nuestro reflejo. Me parece muy interesante esta forma de autoconocimiento a través de ese "mundo externo" o reflejos/proyecciones hacia afuera en nuestra vida. Espero que te aporte valor aquello que comparta aquí. Vamos allá :).

La sobreestimulación o saturación multinivel: Lo primero que aprendí, hace ya algunos años, es que vivimos sobresaturados de estímulos, actividades, obligaciones, objetos,etc. Estos estímulos son muy diversos, pero incluyen:

1.Sobreestimulación informativa: vivimos rodeados de infinidad de noticias, anuncios, pop-ups, vídeos, pantallas luminosas y carteles informativos, por todas partes. Lejos de enjuiciar que esto sea más bueno que malo o al contrario, creo que se trata -más bien- de una cuestión de equilibrio. Hay quienes cuentan que recibimos, en un solo día o en una semana, más información que la que recibían nuestros ancestros en toda su vida. Cabe plantearse que estamos en un momento evolutivo en el que todo avanza aceleradamente, y eso puede ser muy positivo para nosotros, pero hay que saber gestionarlo. Debemos aprender a priorizar en nuestra vida momentos diarios de desconexión hacia afuera, y reconexión hacia adentro. ¿Cómo? Simplificando: observándonos. Observando nuestros pensamientos, emociones y respiración. No hace falta hacer cosas muy difíciles o complejas. Basta con sentir nuestro cuerpo, escuchar a nuestra mente, y tomar consciencia de nuestra respiración.

Sobreestimulación de obligaciones: Parece que hoy hay que abarcar infinitud de objetivos, metas, cosas, pertenencias... Tenemos la oportunidad de acceder a posibilidades que, tan sólo hace unas décadas, eran imposibles o muy limitadas para nuestro clan, para nuestros padres, abuelos y bisabuelos. Con la revolución a nivel industrial y el boom de la tecnología, se multiplican las posibilidades, pero también las elecciones. Y que haya tanto que pueda hacerse, no quita para seguir practicando el sentir de nuestro corazón y mente, unidos. Más que nunca, y gracias a la oportunidad que nos ofrecen los desafíos actuales, podemos practicar y desarrollar en consciencia, de forma igualmente acelerada al crecimiento exponencial de los medios y oportunidades, la capacidad de conectar con la intuición que todos somos y llevamos dentro, y elegir en consciencia.

Esto, aunque retador, es profundamente hermoso desde la consciencia. Porque significa que, a mayor adversidad, a mayor diversificación de oportunidades y metas, caminos y estilos de vida, mayor claridad y profundidad en consciencia averiguamos o descubrimos sobre el sentir nuestro interno. Es decir, cuanto más rico y acelerado sea el mundo exterior, más posibilidades tenemos de comprender nuestra riqueza espiritual y el valor de la pausa en mitad de las velocidades del mundo.

En mitad de la prisa, valoramos la pausa. Tomamos consciencia de ella, y nunca antes con semejante profundidad. Precisamente, porque nunca antes habíamos estado tan acelerados en la materia. He ahí la necesidad de la experiencia por contraste. Seguiremos viendo su importancia a lo largo del texto, con ejemplos diferentes.

Sobreestimulación de actividades y tareas: También podemos observar a nuestro alrededor la cantidad ingente de ocupaciones, actividades extraescolares y escolares, curriculares y extracurriculares, turísticas y cotidianas, con los que llenamos los vacíos preciosos de nuestra vida. Llenar vacíos no tiene nada malo, claro esté. Porque somos ese vacío que lo contiene todo, a nivel espiritual, a nivel del Ser que somos (aunque esto es tema para otros post ;), pero hacerlo de forma consciente es la clave.

¿De verdad que nuestro niño/a necesita tener llena la agenda casi todo el día entre los días de la semana académica? ¿Hace falta hacer siempre tantas cosas, para evitar aburrirnos o tapar el miedo "a no ser suficientes" o a "no estar a la altura/estar suficientemente preparados" con todo? ¿O podemos crear espacios vacíos para dejar-nos fluir, ser creativos, permitirnos descansar cuando lo necesitemos, o simplemente curiosear novedades y aventuras inesperadas?

Parece que ahora siempre hay que estar haciendo cosas para ser productivos, para aprovechar el tiempo y ser eficientes. Pero, ¿y si...pararnos a disfrutar de la vida y simplemente Ser, en este momento, puede ya ser suficiente? Está bien ir a actividades, es provechoso para el alma y el espíritu, pero... dos preguntas: primera, ¿haces esa actividad porque "se supone que la tienes que hacer" o porque quieres? (es decir, el desde dónde hacemos lo que hacemos, lo cual es importante para ser conscientes de nuestra vida); y segunda, ¿Qué es lo que realmente quieres hacer y por qué? (incluso, en el caso de nuestros hijos, preguntarles:¿quieres realmente hacer esto? ¿Qué sientes hacer de verdad?).

Lo último lo menciono enfáticamente, porque creo que muchos hijos van a clases extraescolares durante años que no les llenan, pero que a ojos de las creencias sociales y de los anhelos frustrados de los padres, abuelos, etc.., suplen como carencia emocional o afectiva: cuando a veces, es más sencillo que todo eso, y simplemente con estar presentes y jugar con ellos, vale. Cuando, a veces, lo que a nosotros nos hubiera gustado hacer como actividad de niños no es lo que quieren nuestros niños ahora. No se trata, por tanto, de si haces actividades o no, o de cuántas o cuales hagas, sino desde dónde y a través de un equilibrio interno-externo.

Sobreestimulación de objetos o pertenencias físicas: Ésta es otra de las buenas. Una en la que caemos casi todos, o todos, en mayor o menor medida. Por razones diferentes y acumulables: 1)por supervivencia inconsciente: es lógico que se grabase en nuestro ADN que necesitamos recursos diversos para subsistir, y es natural que así sea, porque esta grabación y transferencia de información nos permitió y sigue, a día de hoy, seguir sobreviviendo en el planeta Tierra. Pero hay muchas grabaciones de programas y creencias que revisar. Si bien es cierto que hay muchas situaciones difíciles que podemos vivir en este bello mundo maestro, nos encontramos en un momento evolutivo y consciencial muy diferente al que se encontraban nuestros antepasados o ancestros. A día de hoy, hemos desarrollado valores culturales y sociales más avanzados, contamos con medios tecnológicos, educacionales y mentales que antes no se desarrollaban, y necesitamos simplificar nuestra vida en sus múltiples niveles, porque estamos saturados, y porque estamos aprendiendo a confiar en la vida/nosotros mismos (somos la vida también) desde una perspectiva única y más profunda que nunca.

Y sí, el aprender a confiar en la vida/nosotr@s requiere y supone un reflejo en nuestro mundo físico. No necesitamos guardar cada cosa, ni almacenar recuerdos en forma de cargas pesadas físicas (si ya no nos aportan esos objetos), ni prepararnos físicamente para una apocalipsis mundial (por ser exagerada, ya que la mente puede funcionar así, y hablo -vulnerablemente- desde la experiencia,jeje). No necesitamos seguir conformándonos, a nivel físico, con el reflejo de una mente prefabricadamente limitada-tante y carente, ahorrativa hasta el extremo y acumuladora por miedo, culpa, ansia de vacíos existenciales o carencia. Podemos soltar y confiar; regalar o vender, donar o compartir, transformar o dejar ir. Y ganar en energía recuperada, claridad mental, espacio vacío para llenar con nuestra presencia y con la magia de las cosas nuevas que vendrán próximamente, y disfrutar de más tiempo y de una calidad de vida mejor.

Entiéndase que no me refiero a dejar de tener cosas, por ejemplo (o a dejar de ver la tele, o de vivir en una ciudad porque hay muchos estímulos, no). Me estoy refiriendo a dejar fluir los espacios y cambios, a nivel físico (emocional, mental y energético, tb), a soltar, permitir ser o caerse, transformarse, donar, regalar, compartir, simplificar, vivir ligeros...sin complicaciones adicionales. Claro que necesitamos cosas materiales para vivir (¡viva la materia, como culminación espiritual de la manifestación que somos), pero no necesitamos vivir para conseguir o mantener/retener las cosas. Y, además, imaginemos un mundo en el que las cosas se comparten y fluyen de otra manera: eso es multiplicar también los recursos. Porque... ¿Cuántas horas de nuestra vida, incluso años, necesitamos para conseguir ese "estilo de vida físico" (ya no entro en otros niveles hoy) que nos han contado/hemos creado nosotros para estar en este mundo? ¿De verdad necesitamos todos lo mismo, la misma vida, los sacrificios, las hipotecas de tiempo, las acumulaciones por el miedo...?

Disfrutemos lo que dispongamos y sepamos apreciar y utilizar con sabiduría las cosas materiales, pero tomemos consciencia también de todo el trabajo interior que nos están regalando ese desorden físico (aprovechable para observar y cuidar de nuestro desorden/orden interior), esa acumulación excesiva de pertenencias (para llenar los vacíos del alma en nuestro mundo de desconexión temporal del Ser) y la desvalorización subyacente (en ese descuidarnos físicamente, descuidar nuestra casa y no tratarnos con el suficiente merecimiento para tenerla aseada y ordenada, en esa ropa que no nos gusta pero que "no nos merecemos" llevar mejor, y en todas esas creencias de confundir cosas que tenemos y no nos gustan con relaciones..., porque las cosas no guardan las relaciones, eso es aparte).

Y veo a mi alrededor hoy como cada objeto, cada detalle en el plano físico, cada manifestación de desorden/orden, cada acto de coherencia externa/interna tienen un mensaje de aprendizaje y un regalo de experiencia consciencial para cada uno de nosotros. Es increíblemente abundante y enriquecedora la existencia, pues cada manifestación y fractal suyo es una oportunidad para seguir descubriéndola/descubrirnos a nosotros mismos, con detalle, comprensión y profundidad.

Me encanta integrar los mundos exterior/interior en uno sólo desdoblado (tal y como nos indica la física cuántica y la espiritualidad ancestral, precisamente, jeje), y creo por eso que era buena idea compartir estas reflexiones con vosotros. Resumo ahora aprendizajes espirituales/interiores que podemos obtener de las distintas áreas en el plano físico, por la experimentación por contraste:

1.Sobreestimulación informativa: aprendemos a...

  • Pararnos a analizar cómo, cuándo, cuándo y desde dónde podemos procesar la información que recibimos (somos energía, información, y esto nos ayuda a tomar consciencia de ello, aceleradamente).
  • Identificar sistemas de creencias, códigos de información, ideas, proyecciones y manifestaciones mentales muy diversas: lo que supone un contraste con nuestras propias ideas (que se ven transformadas y tomadas en posición mental gracias a compararse con otras diferentes), sistemas de creencias, ideologías, etc.
  • Conexión y re-conexión entre los grupos culturales e ideológicos del mundo: a mayor información, mayor consciencia de las posibilidades vitales que experimentan el resto de seres en el planeta, lo que nos ayuda a evolucionar en conocimiento, comprensión y transformación del concepto de qué es la vida y qué somos, en sus manifestaciones diversas.
  • La oportunidad de experiencia saturante de información, para conocer cómo es y cuál es su funcionamiento; lo que redunda, de nuevo por contraste, en una mayor comprensión de cómo funciona la calma, la relajación y la simplicidad mentales. Sólo cuando experimentas una mente aturdida de pensamientos y estímulos, puedes comprender la naturaleza esencial y calma inherentes a tu ser interior.
  • La capacidad desarrollable de gestionar, procesar, comprender, aceptar e integrar la información (para transformarse, a su vez), lo cual supone consciencialmente tanto aprendizaje que no requiere desarrollo por evidente.
  • La elección de escoger una vida sencilla, menos saturada y en calma con la armonía de la mente, el cuerpo y el espíritu.

2.Sobreestimulación de actividades: aprendemos a …

  • Saber qué hacemos y por qué lo estamos haciendo (porque debemos, porque queremos, por inercia inconsciente reparadora de ancestros..)
  • Experimentar la saturación de actividades (desequilibrio afuera) y, por contraste, la armonía de actividades (equilibrio afuera). Esto es lo que se hace llamar, por la gran experta en vida sencilla, Lucía Terol, "hacer con sentido".
  • Saber y capacitarnos para identificar, conocer/sentir y poner en práctica el conectar con el cuerpo para darnos cuenta de desde dónde actuamos, y hacernos cargo de ello.
  • Mejorar en el comprender y practicar los puntos de flexibilidad conductual o conductas intermedias: puede que hacer esta cosa esté alineada conmigo/a, pero hoy justo siento no hacerlo, o siento hacerlo "hasta aquí" o de "otra manera", o transformando este aspecto, etc.
  • Respetarnos y escucharnos en atención a nuestras necesidades, sentir y valores a cada momento (lo cual supone una pieza fundamental del puzzle: vivir en coesencia con nuestro Ser).

3.Sobreestimulación de objetos y pertenencias físicas: aprendemos a ...

  • Conocer en mayor profundidad la utilidad y naturaleza de los objetos (ya que, al tener más y ser diversos, podemos aprender comparándolos, examinándolos según otros valores, etc.)
  • Sentir cómo el cuerpo nuestro los siente (precisamente). Es decir, cogerlo o tocarlo (el objeto) y sentir la información que desprende nuestro cuerpo sobre el objeto o pertenencia (si esto lo vamos practicando, podemos aprender a escuchar cuando, por decirlo de algún modo, el cuerpo lo siente como coherente tenerlo ahora mismo, o no; tal y como explica Marie Kondo en sus lúcidos libros).
  • Conocer los sistemas de creencias y creencias limitantes que tenemos a nivel individual y familiar sobre ciertos aspectos vitales, a través de los objetos: sobre la carencia o abundancia (¿acumulamos por supervivencia o miedo, o solamente acumulamos lo que nos sirve y nos gusta, aportándonos valor real?), sobre la desvalorización (¿te mereces cosas de calidad o tienes que conformarte siempre con lo más barato, con lo que sea que no te guste, porque ni te conoces en gustos ni en necesidades, o es tu forma de repetir patrones de desvalorización familiares que aprendiste/se transmitieron transgeneracionalmente en tu clan?), nuestra relación de fluir o retención con la vida (tus objetos te hablan tanto, que puede que esos apuntes de tu trabajo o carrera te hablan de lo que odias/te encanta lo que haces.
  • Respetarnos y escucharnos, permitiéndonos soltar o adquirir en calidad aquello que necesitamos, sentimos y disfrutamos a cada momento, sin tanto "por si acaso" excesivo (aunque no se confunda esto la previsión), sin tanto espacio energético/físico ocupado que no nos permita que la energía fluya y se abra a nuevas oportunidades y cambios en nuestra vida, sin tanto miedo al vacío de encontrarnos con nosotros mismos (ya que, descubriremos que es esa presencia que somos la que los llena y habita), sin tanta carga adicional para atrevernos a dar los pasos y cambios que intuitivamente sentimos hacer en nuestra vida.

Éstas son algunas lecciones y enseñanzas que he aprendido de mi trabajo interior a través de los objetos/plano físico. Muchas veces, pensamos que el trabajo interior es algo abstracto y etérico (y lo es), pero está reflejado y manifestado en cada plasmación material, en cada cosa, objeto y detalle tangible. La materia es espíritu, y el espíritu se expresa -a su vez- en la materia, está unificados (son uno). Por tanto, no necesitamos ir al Himalaya, ni a la India, ni a retiros espirituales necesariamente para hacer trabajo interior. De hecho, se trata de reconciliarlo en la cotidianidad, en la vida diaria, en el entorno natural que ya somos y tenemos, en los seres queridos que nos rodean y en los objetos, orden/desorden, descuido/cuidado del cuerpo y del mundo físico en el entorno más inmediato. Se trata de estar presentes a cada momento y observar a nuestro alrededor qué podemos aprender y auto-conocer de la vida y de nosotros mismos a cada paso, gesto, brizna y detalle.

Para todo ello, hay canales, libros, recursos variados y mucha muchísima más información en internet, en los abuelos que escuchamos si hacemos tiempo y en la experiencia de otras personas que hayan recorrido cierto camino de reconexión espiritual y material. Por eso, quiero agradecerte haber llegado hasta aquí y compartirte dos personas maravillosas que tienen proyectos profesionales/personales enfocados en esta temática, y que me ayudan un montón a crecer/aprender cada día:

+Lucía Terol: https://www.youtube.com/channel/UCRNq5CZxspK5oYtzh2LeH4Q

+Minimalistamente (de Adri Coines): https://www.youtube.com/c/Minimalistamente/featured

Espero que los disfrutes, tanto y más multiplicado que yo, y que te aporten valor los aprendizajes que el camino de unificación interior/exterior me ha regalado hasta ahora :)

Con todo mi cariño y dedicación,

Zulema.

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