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¿Qué puedo hacer cuando mi hijo/a no me hace caso, si no puedo castigarlo?

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En primer lugar, no se trata de que nuestros hijos/as nos hagan caso, eso sería algo así como querer adoctrinarlos, o adiestrarlos en función de nuestras necesidades o lo que nosotros creemos que está bien o mal, o incluso de cómo tengamos el día, sin tener en cuenta que nuestros niños/as, además de hijos/as, son personas, con sus propias necesidades, y con mucho que aportar a nuestras relaciones.

Desde pequeños, hemos sido educados para obedecer, y nos han inculcado que son los adultos los que tienen la respuesta o las soluciones a los conflictos. Los adultos son quienes saben lo que hay que hacer, los que conocen el bien y el mal.

En cierto modo, esto tiene algo de certeza. Un adulto tiene más experiencias acumuladas a lo largo de su vida, y además, un registro más diverso de aprendizaje en diferentes contextos.

Lo que trato de transmitir a los padres, es la posibilidad de poner todo nuestro conocimiento al servicio de los niños/as. Que actuemos como guías.

La actitud que solemos adoptar, sobre todo cuando nos sentimos impotentes, es la de policías. Cuando los hijos/as no actúan como esperamos que lo hagan. Como creemos que deberían hacerlo. Tratamos de imponer nuestras creencias, nuestra vivencia del mundo, recurriendo muchas veces al método que tenemos más mano, que suele ser el castigo, el cual ya hemos comentado en otra de las preguntas planteadas, que no educa. Voy a explicar algunas pautas que podéis practicar como alternativa más saludable y educativa al castigo:

Explicación de consecuencias lógicas y diálogo.

  • Los niños/as necesitan saber que sus actos tienen un impacto en el entorno y por tanto una consecuencia. Es necesario que les ayudemos a conocerlas y a aprender de ellas.

Ejemplo: Su hijo/a no recoge los juguetes.

Antes de castigarlo pregúntese:

  • ¿Qué quiero que aprenda?
  • ¿Para qué ha de recoger los juguetes?

En este caso el objetivo puede ser aprender a ser ordenado y a cuidar sus pertenencias.

  1. Ayúdele a conocer las consecuencias de dejarlos tirados en el suelo: Se pueden romper, podemos tropezar, caernos…
  2. Explíquele que es lo que consigue recogiéndolos: Cuidarlos, que duren más tiempo, que nadie tropiece con ellos...
  3. Explíquele cuál es la consecuencia de no recogerlos.“Si no los recoges, y se rompen, no podremos comprar otros hasta que hayas guardado dinero suficiente.” Por ejemplo.
  4. Si se resiste, le explicaremos que no podrá sacarlos al día siguiente a menos que los recoja.
  5. Lo tendremos en cuenta y le preguntaremos en que podemos ayudarlo para conseguir nuestro objetivo.
  6. Dependiendo de la edad lo invitamos a reflexionar sobre el tema y le preguntamos de qué forma le gustaría hacerlo.

Sería bien distinto en este caso prohibirle su programa preferido, o castigarlo de cualquier otra forma que no tiene relación alguna con lo que queremos que aprenda.

Le transmitiríamos entonces solamente un mensaje de validez o invalidez de sus actos, y en consecuencia, de su persona. El niño/a, entiende pues, que es malo, que ha hecho algo mal, pero no aprenderá alternativas posibles a su comportamiento.

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