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Dora Gil

Puedo compartir retazos de la historia de mi vida,

pero en realidad, es sólo una historia entre tantas...

Lo que importa, no es lo que sucede en ella,

sino la vida que sostiene cada experiencia.

Y a "eso" que me vive está dedicada.

 

Página web de Dora Gil: https://www.doragil.com/

 

Cuando miro atrás y contemplo mi caminar desde niña, evoco una experiencia de fondo que subyace a todas sus escenas: un profundo anhelo de libertad.

El mundo que veía parecía pesarme. Los ambientes, las relaciones, las conversaciones, mi propio cuerpo, los alimentos... eran percibidos como una carga superpuesta a la que no conseguía habituarme. Y lo intentaba con toda mi buena voluntad, tratando de seguir el criterio de tantos adultos a mi alrededor que pugnaban por mi adaptación a lo que se suponía era "lo normal". 

Tras ilusionarme con la consecución de objetos o logros que, supuestamente, me llenarían, terminaba decepcionándome en seguida. Recuerdo esa sombría nube de frustración y pesadez en la que me sentía hundida con frecuencia y de la que anhelaba liberarme mientras la vida "normal" transcurría a mi alrededor. Algo, en mis adentros, me susurraba que esa búsqueda externa de objetos y ese enfoque mental en conseguir algo que estaba más allá, siempre me decepcionaría.

 

Y aunque vivía en un mundo que parecía tener una fe ciega en ello, yo sabía, en la intimidad de mi consciencia (todos lo sabemos), que tenía que haber otra manera de vivir. La intuía ligera, abierta, clara, libre de cargas añadidas. Y desde muy pequeña era consciente de que esa vida sólo podía brotar de dentro, ya que, por mucho que lo intentaba, lo externo no hacía sino embotarme más y más cuando ponía en ello mis esperanzas.

Así que, a una edad muy temprana se inició mi búsqueda de lo profundo, rastreando sus huellas por doquier, descubriendo chispas de inspiración que confirmaran mi intuición. La naturaleza era mi refugio. En contacto con ella, la simplicidad, la autenticidad y la paz que anhelaba se despertaban poderosamente. Me atraían las personas que tenían una vida interior profunda, los libros que hablaban de ello y buscaba estas fuentes de nutrición por doquier.

 

A los 12 años llegó mi primera comprensión intensa. A través de ciertas vivencias, pude experimentar que la fuente del verdadero amor se encontraba en mí y me decidí a vivirlo con vehemencia y entusiasmo. Fue un período muy bello que revolucionó mi vida por completo liberándome de esa pesadez que me atenazaba. Sin embargo, me perdí al ir fabricando e identificándome con un personaje amoroso que se olvidó totalmente de su propia vida, perdiendo el contacto con su fuente. 

 

Desapareció así la frescura y la espontánea inocencia de la que había bebido y una espesa nube de abatimiento se volvió a cernir sobre mi existencia, que se hizo trabajosa y esforzada, sacrificada y gris en pro de un supuesto amor dedicado a los demás.

Quizás esa fue la razón que me llevó a estudiar Psicología, el anhelo de comprender ese confuso malestar, de llenar de luz esa sensación sombría que me acompañaba.Sin embargo, también esa experiencia, que duró bastantes meses, fue velándose a medida que mis viejos patrones mentales reaparecían. Pero ya no había vuelta atrás. Ya sabía que esa libertad era posible y haría todo por recuperarla. Todo.

Desde entonces, mi vida se convirtió en un proceso de soltar lo que parecía entorpecer esa experiencia libre y auténtica de mi ser. Dejé familia, estudios, ambientes, costumbres, comodidades... Y me dediqué a viajar y a explorar. Visité y viví largos períodos en escuelas de meditación y auto conocimiento. Me familiaricé con el zen, practiqué yoga intensamente, leí, estudié y me formé, adentrándome en todo tipo de enseñanzas y filosofías que hacían resonar en mí esa experiencia poderosa y auténtica, la de mi propia naturaleza profunda. Mi atracción por el ascetismo me llevó a descubrir y practicar intensamente el ayuno, en un deseo de pureza y transparencia incontenible. En esos períodos,  frecuentemente retirada en la naturaleza, de nuevo surgían atisbos de ese estado de libertad y energía sin límites, de conexión y de amor por todo. Me sentía profundamente nutrida sin necesidad de alimentos sólidos y, aunque aún no lo entendía, me encantaba experimentarlo, pues en períodos así, conectaba intensamente con mi autenticidad .

Así, mi día a día se convirtió en un laboratorio de investigación intenso en el que buscaba sin descanso ese elixir mágico con el que ya dos veces me había sentido bendecida. La primera, en contacto con la inmensa fuente del amor y la segunda, con la fuente inagotable de vida y energía: la misma fuente, bajo diferentes aspectos.

Tras unos años de total dedicación y bastante agotada por el esfuerzo, comprendí que ya no necesitaba viajar ni buscar más referencias externas. Decidí volver a casa, aceptar agradecida el entorno que había tachado de"convencional" y que tanto había rechazado y empecé a estudiar Bellas Artes.

La pintura se convirtió durante muchos años en un vehículo precioso de expresión. La meditación y la atención cotidiana despertaban una intensidad en mi vida interior que ahora podía canalizar creativamente y compartir. Fue un trabajo dedicado y comprometido que llegaba al corazón de los que lo contemplaban y despertaba en ellos la intuición de lo profundo.

 

    Necesitaba contactar profundamente con la vida y permitir todas sus formas por ser eso, simplemente formas. Y, en medio de un profundo vacío, sin referencias, surgió en mí el abrazo hacia mis heridas, mis pesadeces, mi abandono, mis resistencias, mi vulnerabilidad... hacia todo lo que había rechazado por conseguir una supuesta libertad.

    Y comprendí. Me descubrí mucho más grande que todo ello, inmensamente espaciosa e íntima al mismo tiempo. No definida por lo que me pasaba, sentía o pensaba. Podía contemplarlo, todo era abrazable. Y descansé. La búsqueda se relajó enormemente. Estaba aventurándome en un terreno desconocido: la consciencia que observa, inmensamente clara, transparente, serena y amorosa con cada aspecto desdeñado.



(...)

  Reconocer lo que soy y soltar mi apego al mundo de las formas que me definían se ha convertido en mi tema de fondo. La comprensión de que no tengo que hacer nada para conseguir llegar a ningún sitio, ha sido tan liberadora para mí después de tantos años de esfuerzo y de búsqueda, que ha tomado la forma de un libro,“DEL HACER AL SER”. Escribir mis vivencias y hallazgos ha sido siempre el mejor modo de comprenderme. Ahora, después de un período de silencio, quietud y desnudez, en los que he querido soltar lo que me pesaba, comparto mis escritos y experiencias contigo.

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