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El olvido de lo que somos

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Creo que estamos empezando a recordar nuestra naturaleza esencial, rozando con los dedos los atisbos primeros de la historia que desarrollamos aquí, en el universo. Observo en los documentales, libros y movimientos ideológicos y artísticos de los distintos espacios y tiempos culturales, y comprendo que -desde hace siglos (por aproximarme con palabras)- el ser humano ha estado haciéndose muchas preguntas, pero sin acabar de llenar todos los vacíos con sus respuestas.

Y es precisamente por no tener cuenta el mismo vacío que no podemos sentir que lo llenábamos. Se nos olvidaba recordar que hay un vacío invisible que contiene el todo, en todas partes, y que acoge en su seno a los distintos planos dimensionales.

Por olvidar el vacío, "nos sentimos vacíos".

Ese vacío es como la brisa que brota del silencio y que acaricia las hojas de los árboles, haciendo cosquillas al tiempo. Ese silencio es como la pausa, de la que tanto huimos, de la que aprendimos -paradójicamente- a cobijarnos.

Y en mitad del vacío,

en el centro del silencio,

a través de la pausa,

recordamos el olvido de lo que somos.

Parece que decidimos, colectivamente, sumirnos en una experiencia de altísima densidad (física), en la que olvidar quienes somos para experimentar nuestro recuerdo. Para jugar a recordarnos, para re-conocernos en todos los rostros, en cada gota de agua, en cada centímetro de cada piel, en cada veta de hoja y en el vientre submarino de cualquier río.

Nos "dividimos" y jugamos a ser "separados" y a creernos que luchábamos los unos contra los otros, y que la espiritualidad como camino sería algo tortuoso, sacrificante y peregrino; siendo "lo oculto" lo único divino, tan sólo al alcance del conocimiento de unos pocos.

Ya podemos ver que, en realidad, todo se habita en un campo unificado, en donde la energía o información se mueve o transporta "a través y más allá" de los distintos espacios-tiempos. Empezamos a ver que "lo oculto", en cuanto que divino, siempre está a la luz. Porque todo está a la luz para los ojos que pueden empezar a ver de nuevo.

No hay sólo unos pocos al alcance del entendimiento de lo que es la vida. Pues cada hoja, ladrillo, piña, pestaña o cuerpo es la expresión culmen en la materia física de lo divino. Toda la materia es divinidad manifestada. Arriba y abajo coexisten naturalmente.

Empezamos a ser conscientes de que hemos estado jugando a experienciar nuestros "límites", cuando la infinitud de lo que somos es, en verdad, inabarcable. Y todo cuanto creímos separado de nosotros, se reconcilia en el corazón gracias a la recuperación de la Consciencia. La Consciencia que Somos, que habita cada roca y cada valle, cada mota de polvo y núcleo de estrella, cada brizna de hierba, cada latir humano.

Todo se vuelve nuestro "hermano", expresión semejante o manifestación unida (a nosotros). La lucidez asoma por entre nuestras entrañas al recordar que Somos ese Mismo Todo, Vacío y Pleno a la vez, de la Entera Existencia.

Por eso, me parece tan especial este "lapso espacio-temporal" de la historia que estamos viviendo. Porque supone un abrir de los ojos que permanecieron secularmente cerrados, por demasiado "tiempo".

Por eso, volver "atrás" o retornar al origen de lo que somos, es "avanzar hacia adelante", si se entiende que la energía o Consciencia que Somos demuestra que no existe el tiempo, sino un desdoblamiento constante de ese único verso (uni-verso), que se expresa de forma única e irrepetible a través de cada atisbo y matiz de la manifestación.

E integrar esta información supone, desde mi perspectiva, el retorno a casa, a nuestro "hogar". Un hogar que es un estado de consciencia, presente en cualquier momento y lugar. Y desde ahí, desde ese alumbramiento de nuestra sombra (que no es más que el olvido de lo que somos, muy en esencia), todo brota por sí solo.

Entonces, te das cuenta de que ya todo estaba a la luz. Pero tú no podías mirarlo, tan sólo lo veías. Y de ver a mirar hay una completa diferencia. Porque mirar supone ver esa existencia realmente completa, dentro y en cada una "de las cosas".

Siendo conscientes del olvido de lo que somos, y agradeciendo la experiencia compartida, disfrutemos ahora del recuerdo de la Consciencia, Energía, Información y Amor que siempre fuimos, somos y seremos. Inevitablemente: pues Somos Uno; y el tiempo no existe.

Gracias por Existir.

Un abrazo de Recuerdo y Unidad.

Zulema.

P.D: La foto es propia, de un día muy tranquilo de paseo en el campo.

P.D.2:Me encantará saber lo que piensas acerca de este tema. Estaré atenta a los comentarios :).

Somos el viento que sopla, la estrella que la calienta, la Tierra que lo recibe, y la energía que a todo alimenta.

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