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Conectar a través del Respirar

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Recuerdo cuando un amigo dijo hace tiempo que “la respiración es el anclaje con nuestro cuerpo”. Me marcó aquello que dijo, y estuve reflexionando sobre ello, al tiempo que he ido integrando un poquito más en mi vida esta práctica sencilla y maravillosa llamada: Meditación.

Biológicamente, la respiración significa el aire en nuestra vida, el elemento de vida que nos permite existir físicamente. Sin aire, nos ahogamos y nos morimos. Es, por tanto, nuestra corriente de vida y sustento invisible. Igual sucede con el agua, aunque con otros matices. Pero hoy nos centraremos en la respiración.

Si nos fijamos, el acto de respirar es un símbolo de intercambio en la vida muy preciso, ya que, cuando inspiramos, recibimos la vida, y cuando exhalamos, dejamos ir afuera lo que no necesitamos.

Respirar es un puente de percepción en el que lo que está “afuera” y “adentro” se ven re-unificados por un mismo acto de transformación: transformamos el oxígeno en dióxido de carbono. El acto de respirar representa una alquimia vital en sí misma.

Y por eso, como recordatorio de que estamos vivos, aquí y ahora, conectar con la observación de nuestra respiración es un acto poderoso que nos conduce la mirada hacia dentro. Observar la respiración significa volver al cuerpo, y volver al cuerpo significa retornar al momento presente. Es en este instante, tan claro y sereno, en donde conectamos con nuestro Observador Interno, y ya cambia nuestra mirada.

Recordamos que estamos presentes, y que todo está sencillamente siendo. Nos atravesamos en nuestros pensamientos, emociones y sentimientos, y podemos contemplar la existencia de forma neutra y profunda a través de ellos. Podemos observar nuestra mente, sin identificarnos; nuestras emociones, sin dejarnos arrastrar; y nuestros sentimientos, sin asociarnos plenamente con ellos.

Nos devuelve al aquí y ahora, a la toma de consciencia del momento que estamos viviendo. Nos es más fácil contemplar nuestras películas mentales, dramas, traumas repetidos inconscientemente en bucle, y nuestros deseos y anhelos (frustrados o agradables), que ocupan nuestro espacio mental.

En momentos elevados de ansiedad, angustia, pánico, miedo o nervios, puede que la reconexión con nuestra respiración nos ayude enormemente. Para empezar, porque puedes poner cierta observación y consciencia en lo que estás sintiendo y experimentando. Y entonces, esa cierta distancia relativa, te hace (a su vez) relativizar el drama de la situación que vives, aunque sea en parte.

Esto que estoy diciendo no significa que haya que distanciarnos de nuestras emociones, sentimientos y pensamientos, con una frialdad propia de una mal entendida “toma de consciencia”. No, significa justo todo lo contrario. Se trata de prestar atención, de afrontar y sentir esas emociones y sensaciones, pero desde otro lugar de observación. Desde la desidentificación de nuestro personaje, y desde la certeza del Observador o Consciencia que se experimenta y observa a través de él, y gracias a él (remarco el gracias porque el personaje físico siempre es una oportunidad y un regalo, no algo de lo que librarse, como hemos aprendido).

Respirar te hace recordar que ya eres y siempre serás la propia vida, o la vida misma. Te hace renacer antes de haber “muerto físicamente”. Te conecta con un espacio en el que estamos todos conectados, en el que no hay juicios, sino experiencias, y en donde “todo es”, como la forma más cercana desde las palabras para describirlo.

La Vida respira a través de Ti. Porque Tú Eres la Vida.

Hay muchísimas técnicas de respiración: muy sencillas y muy complejas. Algo que ayuda a todos los gustos, y momentos del proceso de práctica y autoconocimiento en el que te encuentres.

Si bien puedes experimentar estados de consciencia y niveles de percepción muy atractivos para nuestro cerebro a través de ciertas meditaciones específicas y técnicas concretas, yo creo que para el día a día nos sirve con la respiración consciente más sencilla posible: observar la respiración, es decir, observar la inspiración y la expiración. Ya está. Ése es el acto de respirar y de estar vivos. Es tirarse al océano de percepción. Ahora bien, con esa sencillez y naturalidad de prestar atención al inspirar y al expirar, puedes profundizar todo lo que quieras.

Y habrá mil técnicas, y todas son geniales, y a mí me encantan (y las practico a veces). Pero todo lo que realmente necesitas es lo simple, lo que te explicaba arriba: Prestar atención a la inspiración y a la expiración. Nada más.

Puedes recrearte en los detalles como forma de adentrarte en la experiencia de tu cuerpo físico. Por ejemplo: cómo se mueven las aletas de tu nariz, y sentir cómo mueve, a su escala concreta, el aire de los pelitos de la nariz, como si fueran briznas de hierba internas. También puedes sentir, yendo por otros rincones del cuerpo, cómo el aire baja e hincha la zona del abdomen; incluso, yo muchas veces siento cómo la respiración (cuando ya estoy tranquila y es diafragmática, que es la natural) hincha y libera toda la zona del útero y los genitales (pero supongo que los chicos también lo sentirán de otras muchas formas, y a su manera anatómica, en su cuerpo).

Y esto es hermoso, porque vas viendo como abrirse a la respiración más profunda supone una actitud de estar abierto a recibir la vida, a sentirte merecedor o merecedora de ella, de estar vivo y de existir. El acto de la respiración me parece una obra de arte en sí misma, una melodía sutil y muy profunda, propia de los reinos internos que recién comenzamos a explorar como humanidad que recuerda, explora, se autoconoce y se adentra a una nueva etapa en la que se sigue expandiendo la consciencia, igual que tus pulmones cuando recibes el acto de la vida.

Es un baile, un juego, un canto y un silencio. Todos, reunidos en un mismo espacio.

Si sientes ansiedad, nerviosismo, insomnio, o simplemente muchísimas ganas de seguir autoconociéndote y explorando esta naturaleza maravillosa que es la vida, te invito a conectar -de 5 a 10 minutitos diarios- con la respiración. A mí, me conecta profundamente de forma consciente con el estar aquí y ahora, vivos.

Espero de todo corazón y con mis pulmones que este texto te haya supuesto un soplo de aire fresco y puro, que te oxigenen estas palabras y que puedas respirar ligero/a y tranquilo/a en este espacio.

Con Amor,

Aire y Vida.

Un abrazo,

Zulema.

P.D: Para "problemas" o sintomatologías relacionadas con el sistema respiratorio, te dejo este link para que investigues sus mensajes en clave de biodescodificación: https://monsaludluque.es/blog/los-pulmones-segun-la-biodescodificacion/

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