El recurso Conectar a través de la Escritura es de formato Texto/Post Texto/Post

Conectar a través de la Escritura

visitas 798 Visualizaciones

El arte de la escritura es una actividad terapéutica en sí misma, un camino reflexivo que nos lleva hacia una mayor toma de consciencia en nuestra vida. Hoy quiero hablaros de cómo esta herramienta puede ayudarnos a conectar más profundamente con nosotros mismos.

La escritura es un medio para comunicar, transmitir y conservar los mensajes e información entre los seres humanos. Es un soporte físico para contemplar y observar también nuestros pensamientos, emociones y sensaciones.

En este otro post, te hablo específicamente de la escritura automática como espejo del autoconocimiento, ya que nos permite identificar patrones, ideas recurrentes, anhelos, miedos y traumas no resueltos en nuestro interior (todo lo cual nos ayuda enormemente a avanzar).

Pero centrémonos hoy en la escritura como puente con nosotros mismos, con nuestros reinos internos.

Primero, la pausa: la pausa física que supone para nuestro cuerpo el dejar todo lo demás y sentarnos, quietos, en una silla o superficie, para escribir (y sí, en estos tiempos modernos, puede contar también nuestro blog de notas mientras andamos por la calle, aunque te recomiendo que estés sentado/a o quieto/a para prestar más atención a lo que te brote en el papel).

Segundo, el espacio en blanco y sin estímulos, limpio y abierto (abierto en plena disponibilidad a acoger lo que tus manos y voz quieran compartir). Nos pasa desapercibido, pero el hecho de sentarte a mirar una hoja en blanco (o documento nuevo), ya está permitiendo que la mente no se sobrecargue con más estímulos, y pueda volver con mayor atención a sí misma. Es un silencio en toda regla.

Tercero, el acto mágico de escribir. Y aquí quiero centrarnos hoy. ¿Qué pasa cuando escribimos? Que sacamos “afuera” lo que estaba dentro, y lo que está dentro puede encontrarse en múltiples estados. Hay cosas que tenemos dando vueltas internamente que son como balbuceos confusos y difuminados; otras que son directas y claras ideas que tenemos identificadas; algunas que son gritos que quieren salir de cualquier forma; y palabras enquistadas acalladas por timidez, miedo o vergüenza. También albergamos recuerdos que enterramos en la alfombra del subconsciente y que, si salieran de allí, nos encajarían muchas piezas y podríamos entender algunos aspectos de nuestra vida. Y están igualmente aquellos anhelos, sueños, ideas e inspiraciones creativas que esperan que por fin les hagamos caso y los manifestemos.

Cuando tú escribes, al igual que cuando hablas (es decir, todo aquello que hace que ese pensamiento o emoción salga de tu espacio interno), pones en palabras algunas vivencias que no sabías cómo describir. Haces el ejercicio de traducirlas a esta realidad “externa”, las conceptualizas o reconceptualizas, y eso te abre la oportunidad de la comprensión. Conocer, a través de identificar afuera, en forma de palabras o conceptos, aquello que vivencias dentro, es lo que luego te permite seguir el proceso (comprender, aceptar e integrar).

Pero si no conocemos lo que nos pasa, y muchas veces nos ayuda plasmarlo a través de la escritura o de la palabra para identificarlo, no podemos avanzar con aquello que estamos sintiendo. Desde el prisma de la hoja que escribes, puedes contemplar desde diferentes perspectivas lo que antes andabas rumiando en tus pensamientos. O puedes darle forma a esa idea creativa que arregla una situación, o concreta un paso de una tarea o un proyecto.

Las palabras son vibraciones, son colores, son texturas y formas. Úsalas con el cariño que te mereces, como la herramienta que te ayuda a comunicar, no sólo contigo (en forma de diario y a modo de desahogo) sino con otros, cómo te sientes, qué piensas, qué se te ocurre para tal o cual cosa, para compartir y aprender en el campo de las relaciones con los otros bellos seres humanos que te rodean.

Cuarto. Resignificar. Este acto de darle un significado re-novado a una experiencia que tuviste, a un recuerdo o a una sensación actual, es una de las formas creativas que más me maravillan de nuestro cerebro. Imagínate que estás teniendo un día en el que te sientes nervioso/a y no sabes en este momento identificar muy bien por qué. Si te pones delante del papel y te dejas escribir tus pensamientos tal cual son, permitiéndote pensar lo que estés pensando, por mucho que hayamos aprendido a luchar contra nuestros pensamientos (lo cual no nos lleva a nada, por cierto), y das rienda suelta en el papel a tus emociones y sensaciones, vas a poder contemplar con una creciente claridad cómo te encuentras y qué experiencia(s) estás atravesando.

De esta manera, estás canalizando esa energía que recorre tu cuerpo de una forma creativa y constructiva, ya que, en momentos desafiantes, puede ser un reto gestionar nuestra energía para que no se vuelva autodestructiva. Te liberas a través y con el papel. Porque el papel (o el documento en blanco informático) te apoyan, te estás escuchando a través del espacio en blanco, del vacío que llenas con tu presencia, te estás acompañando en cada coma, punto y palabra.

Y quinto. Validar tus emociones y experiencias. Cuando escribes, ya no callas. Cuando plasmas en papel lo que estás sintiendo, estás validando lo que sientes, sin taparlo u ocultarlo, dejando que salga y se manifieste o exprese como se tenga que expresar. Y esto es un acto sanador y poderosísimo, porque simboliza un acto de aceptación y de amor a uno mismo. Por eso, es también un ejercicio brutalmente potente para trabajar nuestra autoestima y otras técnicas de sanación de duelos, procesos de aprendizaje y psicológicos, etc.

Como ves, la escritura es una amiga del alma, de las tormentas y las primaveras internas que pueden llegar a sobrepasarnos en ocasiones, un lago en el que reflejarte y bucearte al mismo tiempo, con toda su profundidad; es una nave que nos permite viajar a otros espacios-tiempos y reconectar con nuestro niño interior herido o anhelante, inspirado o asustado, y rescatar nuestros recuerdos para comprender y resignificar nuestro presente. Es un puente de arte, espacio, silencio y amor.

Espero que te haya ayudado este post en conocer con más detalle cómo funciona la conexión interna a través de la escritura. Lo más bonito es que este tema cuenta con inabarcables aspectos, así que, seguiremos con el tema en otros post. Si te ha gustado éste, te recomiendo el que mencionaba antes: “la escritura automática como espejo del autoconocimiento”.

Y para ti, ¿Qué simboliza el arte de la escritura? ¿En qué te ayuda y qué te aporta? Anímate a compartir en los comentarios: a mí me encanta leeros y que sigamos aprendiendo todos juntos.

Te mando un abrazo muy fuerte lleno de espacio en blanco y apertura, de acogimiento y de silencio, de tinta y de compañía incondicional.

Muchas gracias por leer hasta aquí.

Zulema.  

Comentarios
Comentarios · 0
Imagen de perfil del usuario registado
Situaciones relacionadas
Situaciones relacionadas

Este recurso esta relacionado con estas situaciones, ¿te has encontrado alguna vez en alguna de ellas?

Recursos del mismo autor
Recursos el mismo autor